¿Por qué pagar
120 euros por unas zapatillas y no de 70 a 150 euros por una prueba de
esfuerzo?
Esta es la
principal pregunta que nos hacemos los profesionales que estamos detrás de los
focos de este mundo de deporte en el que hoy, empieza a tener un estado febril
al que, en muchas ocasiones, ni siquiera hacemos caso.
Lo primero es
saber qué es una prueba de esfuerzo y, a partir de ahí empezar a plantearse
otras cosas. Se trata de una prueba que nos ayuda a evaluar la respuesta del corazón
a un ejercicio físico progresivo, con el objetivo de detectar posibles
anomalías coronarias que, por desgracia, no se detectan en reposo, por lo que
es necesario un control mientras
practicamos una determinada actividad. Hay varios tipos de protocolos, pero
este examen no suele durar más de una hora, y se puede realizar tanto en tapiz
rodante como en cicloergómetro.
Prueba de esfuerzo en cicloergómetro con estudio de gases aspirados. |
Estamos en
una sociedad que va por modas, del pantalón de campana al running en todas sus
vertientes (obstáculos, trails, maratones, ultratrails…) que ponen al cuerpo al
límite de sus capacidades pero, ¿conocemos nuestro límite? En países como
Francia o Portugal es ya impensable participar en una competición de este tipo
sin presentar un certificado médico en el que, entre otras cosas, estén los
resultados de una prueba de esfuerzo.
Los hay de
dos clases, los que no se hacen la prueba porque no lo consideran importante, y
los que le dan demasiada importancia y, por miedo a ver algo que no quieren,
prefieren quedarse con la duda.
Prueba de esfuerzo en tapiz rodante con estudio de gases aspirados. |
Es ridículo
que lo “preparados” que salimos a correr, cargados con 200 euros de buena ropa
y calzado a nuestras espaldas, no incluya una prueba que para nosotros es
primordial. No saltará a la vista como un buen “cortavientos” de buena marca
que llame la atención a nuestros compañeros de carrera, pero nosotros sabremos
que por lo menos, tendremos “cortavientos" para rato porque nuestro
corazón funciona.
Mi objetivo
no es asustaros, si no haceros ver la realidad de una sociedad en la que vale
más lo que se ve y lo que gusta a ojos de otros, que lo que no se ve y en realidad,
es lo que nos permite estar ahí, porque sin un buen funcionamiento de la
máquina, las zapatillas que te costaron 120 euros, se tendrán que quedar a ver
las carreras desde la barrera.
Desde aquí os
digo, cualquier anomalía no es señal de no poder hacer deporte, no es señal de
parar por completo como mucha gente cree y olvidar nuestra vida deportiva. Simplemente
es un indicador que nos va a decir hasta donde podemos llegar, y siempre, y repito,
siempre, se puede llegar un punto por encima de nuestra base, con un
entrenamiento planificado, individualizado y adaptado a cada uno, sea cual sea
la situación.