14 de marzo de 2012

EL PODER DE LA ALTITUD

Se ha convertido en una moda para los deportistas profesionales que buscan un mayor rendimiento de cara a una gran cita. Pero no es oro todo lo que reluce. La genética juega su papel en este proceso, que no es mágico y que hace que cada atleta necesite una preparación distinta. Las diferencias que se pueden dar para alcanzar el mismo rendimiento se hacen patentes. Algunos, incluso llegan a desistir en el intento.

¿La explicación? La disminución de la presión parcial del oxígeno a alturas que superan los 1800 metros sobre el nivel del mar. Este descenso hace que se genere un aumento de la ventilación pulmonar, aumentando con ella el volumen de oxígeno proporcionada a los pulmones y la cantidad de glóbulos rojos generados, lo que se traduce en una mejora del rendimiento en alturas normales.


Los beneficios posteriores al entrenamiento en altitud, alcanzan su punto óptimo cuando dicha sesión se lleva a cabo entre los 1800 y los 2400 metros, especialmente cuando la competición para la que nos preparamos se va a llevar a cabo por debajo de dicha altitud, pudiendo alcanzar hasta un 120% del rendimiento. Estaríamos hablando de otro tema cuando se superan los 3000 metros, tanto es así, que la Federación Internacional de Medicina Deportiva prohíbe los deportes de resistencia en altitudes mayores a los 3050 metros.

La duración de las concentraciones en altura suele durar entre 30 y 45 días, período en el que es necesaria una aclimatación, diferente dependiendo de cada individuo. Un proceso en el que el organismo empieza a experimentar modificaciones: hiperventilación, elevada frecuencia cardiaca, aumento de la concentración de hemoglobina y número de glóbulos rojos, entre otros.

Son muchos los profesionales que se han sometido a este tipo de entrenamiento y que en cierto modo han mejorado su rendimiento, desde los futbolistas en período de pretemporada, hasta tenistas como Rafa Nadal. Aunque sus entrenamientos no suelen llevarse a cabo durante largos períodos de tiempo, está totalmente demostrado que para alcanzar una clara mejora, la exposición previa de nuestro organismo a la altura debe ser de un mínimo de 1 o 2 años, facilitando de este modo, que las adaptaciones producidas sean más duraderas en el tiempo.

Cámara de hipoxia
En muchas ocasiones sale a la palestra el nombre de Raúl González Blanco (exfutbolista del Real Madrid) cuando se habla de este tema. Y es que él, como otros, fue la comidilla durante un tiempo porque se decía que dormía en una cámara de hipoxia. Nada fuera de la realidad, pero un asunto que se merece una larga explicación a parte. Así que lo dejaremos para dentro de unas semanas. Una subida hasta los 2.000 metros sin salir de casa.





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