8 de febrero de 2012

ESTRATEGIA EN ESTADO PURO

Los que no lo entienden lo definen como un deporte aburrido, bestia, salvaje, sin aliciente, una “americanada”. Es algo fácil pensar eso cuando te sientas frente al televisor esperando ver la intensidad de un partido de rugby o un partido de fútbol. Pero solo son eso, apreciaciones, hasta el momento en que entiendes que es algo más.

Pugna por el balón
Pero el entender este deporte no me compete a mí. Sí lo es la preparación de sus deportistas. Tan malo es decirle a un dentista como tiene que empastar, como oír decir a una persona que ese jugador no puede estar ahí con esa barriga. En el fútbol americano sí. Jugadores de todo tipo, delgados y veloces, gordos y fuertes, pequeños y explosivos. Cada uno con su propia misión.

Una preparación que se centra en conseguir una base común en todas las capacidades (fuerza, resistencia, velocidad, flexibilidad, y potencia y agilidad como combinación de varias) pero que finalmente se van modificando dependiendo de la posición de cada jugador.

Trabajos de fuerza con pesas realizando 3 o 4 series con un número de repeticiones que oscila entre las 3 y las 10, siendo alguna más en determinados momentos de la temporada y dependiendo del deportista, pero sobretodo, buscando la potencia en cada ejercicio, con movimientos rápidos en la fase concéntrica.



Consecución de un touchdown
Añadiendo un trabajo de velocidad y agilidad dirigido especialmente a los receptores, que además de contar con un cuerpo que les permita recibir los fuertes impactos de las defensas, les proporcione ese toque final que les haga ser capaces de coger el capote y sortear a cada uno de los toros que van apareciendo antes de llegar al burladero y conseguir el ansiado Touchdown.

Miras al quarterback, y no es lo que parece. No suda, parece que ni respira. Es el alma, el que manda, el que decide, el dios hoy y el diablo mañana. Su preparación le deja decidir que hacer y como hacerlo en milésimas de segundo. Una unión de potencia, fuerza e inteligencia que le permite tanto intentar ganar yardas a la carrera contra la defensa como dar un pase que cruce casi todo el campo en el último suspiro de partido, con la mano, por supuesto. Algo al alcance de muy pocos.

Jerry Rice. Considerado mejor
receptor de la historia.
Pocos deportes, por no decir ninguno, se puede decir que requieran de una estrategia como lo hace este. A un minuto del final del partido y con el marcador a favor, decides dejar vía libre para que tu rival remonte el partido con un Touchdown, con vistas a que tú equipo tenga 50 segundos para volver a remontarlo y conseguir la victoria. Eso es lo que ocurrió la pasada madrugada del 5 de febrero. Estupidez para muchos, estrategia para los que saben que esto es así. Decisión correcta aunque finalmente inefectiva.











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