31 de enero de 2012

INVIERNO PARA VOLAR

Hoy en día, son pocas las personas que no se han levantado alguna vez en año nuevo y han visto los espectaculares saltos de esquí. Haciéndose siempre la misma pregunta y llegando a la misma conclusión: “¿Cómo pueden hacer eso? Yo no salto desde ahí ni por todo el oro del mundo.”

Trampolín de Innsbruck (Austria)
Seguramente nadie se haya parado a pensar el porqué de esta tradicional locura deportiva, en la que aun teniendo pulidos la técnica y los entrenamientos, pones tu vida en manos del destino durante unos segundos. Y qué curioso ese destino, que hace que las vistas desde el banco de salida del trampolín de Innsbruck (Austria) sean las del cementerio. Mejor mirar hacia otro lado antes de volar más de cien metros sobre el vacío.

Sondre Norheim
Sondre Norheim. Ese era el nombre del noruego que allá por el año 1862, decidió crear un nuevo deporte y otorgarse el título nobiliario de “Padre de los Saltos de Esquí” o "Padre del esquí moderno", y eso que solo voló 30 metros. Y digo solo, si lo comparamos con las distancias actuales. Desde ahí y hasta la fecha nada que no se sepa, revoluciones en la ropa, las protecciones, las botas, los esquís y, por supuesto, los trampolines. Modificaciones matemáticas y de ingeniería que en su día, tuvieron que unirse para establecer que la distancia entre el suelo y el saltador en el aire estuviera comprendida entre 4.5 y 6 metros.

No menos difícil es pararse a pensar en su forma de entrenar, dado que no se puede contar con un trampolín privado. A pesar de ello, uno se queda impresionado cuando escucha que llegan a realizar entre 1500 y 2000 saltos al año. Saltos y más saltos, es el verdadero entrenamiento pero no el único. Todo para superar los 246,5 metros del actual recordman Johan Remen Evensen.

Johan Remen Evensen

Desarrollar la máxima potencia en el tren inferior se convierte en un objetivo prioritario, sin aumentar el peso muscular en exceso, buscando la combinación entre el peso mosca y el vuelo de un halcón. Se aprovechan también las nuevas tecnologías, los simuladores, que les hacen entrar en el trampolín en alma pero no en cuerpo, con el objetivo de entrenar la posición en la rampa y el crítico momento del impulso.

Empezar con la edad de entre 10 y 11 años es lo que se estima para convertirte en un saltador de nivel mundial. Me imagino que se os habrán echado los años encima para empezar, pero siempre os quedará toda la vida para verlos unas horas después de las uvas.






No hay comentarios: